sábado, 14 de octubre de 2023

Hablemos sobre la Nueva Constitución chilena y más.

En nuestro país como resultado del intento revolucionario que realizó la extrema izquierda chilena (PC y FA) a partir del 18 de octubre de 2019, hubo una fragmentación en lo que se entendía como derecha, quedando esta configurada, cuatro años después de la ofensiva de octubre de 2019, de la siguiente manera: 

Partido Republicano, UDI, RN-Evópoli y extrema derecha (compuesta por diferentes grupos minoritarios más a la derecha de Republicanos).

Evidentemente la derecha en su conjunto, con apoyo de gente de la centro izquierda sensata, ha logrado 02 (dos) victorias importantísimas sobre la izquierda comunista y frenteamplista, dadas por el plebiscito del 04 de septiembre de 2022 y la elección de Consejeros Constituyentes del 07 de mayo de 2023.

Respecto al nuevo proceso Constitucional, es también evidente que las posibilidades de volver a vencer a la izquierda son muy altas, si lo analizamos en términos estratégicos y tácticos; no obstante, si lo vemos en términos de la ciudadanía de derecha, que se niega a entender que se constituye en el principal Instrumento de Poder Nacional; aquella, sea por motivos emocionales, psicológicos o por simple abulia, estaría dispuesta a votar por la opción “En Contra”, regalándole en bandeja la iniciativa estratégica al Partido Comunista chileno.

¿Qué lleva a la población de derecha a dispararse en las piernas?

Difícil poder establecer una respuesta.  Probablemente tenga que ver con la designación errónea del oponente en cada etapa del proceso, y no analizar debidamente cuáles han sido las etapas en cuestión.  Por ejemplo, aun hay gente que cree que la revolución está en curso, siendo que feneció el 04 de septiembre del año pasado.

Por otro lado, hay una cantidad minoritaria de gente que está convencida que nuestro oponente es la ONU y toda una serie de organismos internacionales asociados; en circunstancias que los oponentes actuales son las bandas del crimen organizado, del cibercrimen, el sicariato, la trata de personas (en particular de niños), el terrorismo rural y sus nexos con el terrorismo internacional e islámico.  Recordemos que en Venezuela hay escuelas de guerrilla controladas por Hezbollah; y si hacemos memoria, en el avión venezolano-iraní que fue detenido en Argentina, venían abordo miembros de inteligencia de Hezbollah y de la Yihad.

Es decir, producto de la anomia y falta de control fronterizo y migratorio, desde Bachellet I, nuestro país quedó expuesto a conflictos asimétricos con componentes híbridos propios del siglo XXI, sin capacidad de generar la inteligencia necesaria para hacer frente a dichos flagelos, con una Constitución vigente que sólo soporta una institucionalidad propia de los tiempos de la Guerra Fría, y con una normativa de seguridad interna que no satisface los requerimientos mínimos para enfrentar conflictos asimétricos del presente siglo.

Grande es el dilema chileno, una población que se niega a aceptar sus obligaciones y responsabilidades ni a asumir su condición de "principal instrumento de Poder Nacional", que no logra identificar correctamente al oponente, con una Constitución en trámite que cumple los requerimientos de seguridad de siglo XXI pero que los extremos (izquierda y derecha) luchan para que sea rechazada en diciembre, con una Constitución vigente que no permite abordar debidamente conflictos de este siglo, y con una extrema derecha que está dispuesta a mantener la Constitución actual y entregarle al comunismo chileno la iniciativa estratégica en bandeja de plata.

Como sea, ya lo dice el viejo adagio: “Los países tienen los gobiernos que se merecen!!”

Atte.

Pablo Thauby
Magíster en Ciencia Política, con mención en Estrategia, Academia de Guerra Naval, Chile.

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