lunes, 9 de diciembre de 2024

La batalla cultural para recuperar Chile.

No me gastaré en analizar los conceptos posmodernos de “ultraderecha” y “progresismo”, ya que sólo corresponden a una moda que se presenta como una “lucha ideológica” de minorías extremas irrelevantes.

En ese contexto, hay quienes indican que en Chile no hay ultraderecha, pero sí la hay, y está dada por todos esos grupos, grupitos, grupúsculos, movimientos, creencias y partidos en formación que están más a la derecha de Chile Vamos y Republicanos.

Dichas minorías (ultraderecha y progresismo), en definitiva, desarrollan una “lucha discursiva”, muy liviana y superficial, en base al vaciamiento y relleno de significado de determinadas palabras que generan acciones y reacciones emocionales odiosas entre ambos extremos, que al grueso de la población no le importan en lo más mínimo.

Verbigracia. Veamos el caso del plebiscito de salida del segundo intento constitucional.  Hasta el día de hoy ambos extremos (ultraderecha e izquierda radical) siguen peleando para ver quien se lleva el 56% del voto en contra; siendo que en la práctica ese 56% es la suma de dos minorías con visiones e intereses absolutamente irreconciliables, correspondiendo la ultraderecha a la menor de las minorías.

Como sea, la lucha discursiva entre ultraderecha y progresismo corresponde a ideas tan peregrinas que únicamente los miembros de dichas posturas extremas las creen, apoyan, entienden y difunden.

Un ejemplo clásico es cuando le preguntas a los miembros de dichas minorías, qué opinión tienen respecto al nuevo esquema mundial.
Los de “ultraderecha” son fácilmente identificables, ya que te contestan: Bueno, el N.O.M. consiste en la destrucción del Estado-Nación y la subyugación mundial a las órdenes de la ONU por medio de lo indicado en la agenda 2030 y la 2045; a las disposiciones de Davos, del Foro de Sao Paulo, del Grupo de Puebla, del Foro económico Mundial, de la OCDE y/o del Grupo Bilderberg; mientras que los progresistas te preguntan: ¿De qué estás hablando?, ¿cuál nuevo orden?

Evidentemente ningún extremo logra siquiera dimensionar lo que está en juego con el nuevo orden mundial multipolar que se está formando.

Como corolario podemos decir que ambas posturas extremas actúan en la lógica posmarxista de “relato mata relato”, ya que ellas no operan en el nivel lógico y racional, sino que lo hacen en un nivel mucho más bajo, básico y elemental, es decir, sólo activan percepciones, sentimientos y emociones; mientras que la población de a poco vuelve a la clave pragmática de “dato mata relato” y deja la emocionalidad para el fin de semana.  En castellano simple, la gente no quiere que le vendan “ideologías extremas y sueños”, sino que quiere cosas aterrizadas, tales como, recuperar el país, restaurar el orden y la seguridad, tener la tranquilidad para poder invertir sus recursos sin que se los quiten, y volver a trabajar.

Atte.
Pablo Thauby
Magíster en Ciencia Política

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