domingo, 12 de marzo de 2023

Transhumanismo, enfermedad de nuestro tiempo.

Con el término de las cuarentenas y la vuelta al trabajo de oficina, pudimos notar una fuerte disminución en la interacción en redes sociales y en la creencia en las distintas teorías conspirativas que en ellas se analizan.  Ello dejó en evidencia que los promotores de dichas teorías perdieron seguidores, y, como resultado, entraron en una dinámica intolerante, mediante el cual agreden al resto por no comulgar con sus creencias, tratándolos de: "ovejas", "dormidos", "amarillos", o incluso, como "malos Patriotas".

Por otro lado, fue un gran motivo de tranquilidad para muchas personas poder salir de sus departamentos, y recuperar “cierta normalidad”.  Convengamos en que para el grueso de la gente complicaba más el encierro, y sus consecuencias psicológicas, que la situación política en sí.

Lo anteriormente expuesto, deja en evidencia que el grueso de la gente no sabe que hacer con su tiempo.  El “exceso de trabajo” hace muchos años que se convirtió en la excusa para evadirse del hecho principal que se relaciona con que la gente no sabe aprovechar su tiempo en cosas tan importantes como leer, estudiar, culturizarse y buscar la trascendencia. En pocas palabras, se perdió el concepto “trascendente” de que “el trabajo enaltece y dignifica al hombre”.

En definitiva, el trabajo de oficina se convirtió en la excusa que nos permite evadirnos del hecho que nos encerramos en nosotros mismos, en nuestro egoísmo y hedonismo, promovido por una competitividad laboral desenfrenada, y un consumismo y un materialismo sin fin.  En definitiva, el trabajo es lo que nos da algún tipo de “realismo” dentro de nuestra “irrealidad y egocentrismo diario”.

En resumen, de una u otra manera estamos deconstruidos y nos negamos a reconocer y aceptar ese hecho evidente.  En definitiva, nos compramos de lleno el transhumanismo, es decir, perdimos nuestra humanidad, nuestros valores y principios éticos y morales, y los cambiamos por el consumismo y el materialismo; y lo peor, es que hay mucha gente que no quiere tomar consciencia de eso, y, por consiguiente, no hace ningún esfuerzo para salir de ahí, limitándose a culpar a ese ente impersonal y sin rostro: “El Político”; sin asumir ni entender que somos nosotros, a través de la cultura y lo trascendente, los llamados a autocorregirnos.

Atte.
Pablo Thauby
Magíster en Ciencia Política, Academia de Guerra Naval, Chile.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario