A lo largo del año 2022, la emocionalidad desbordada y la necesidad de pertenencia en cuanto a sentirse parte de alguna instancia ganadora, la que fuera, pero que finalmente fuera ganadora, llegó a niveles inauditos en la derecha más dura.
Con la salida de Trump de la escena política y pública, con Bolsonaro en la cuerda floja, y la ausencia total de contacto a tierra, se llegó a una extraña idealización de Putin y sus fuerzas militares en el conflicto en Ucrania. Hay quienes llegaron al punto de alegrarse por las incursiones realizadas por las tropas rusas a diferentes ciudades ucranianas y a celebrar a “San Putin” por combatir a un supuesto “globalismo progresista ucraniano” y a un extraño organismo denominado “N.O.M.”
Hay quienes, incluso, llegaron al punto de sugerir, en diversos chat de YouTube, que Putin y sus tropas ayuden a nuestro país a salir del presente desastre… ¿En serio?! ¿Cómo podría, si cada vez se le complica más el conflicto en Ucrania, y los países de la OTAN endurecen más el cerco de seguridad sobre Europa?!
En la medida en que la resistencia de los tenaces ucranianos ha ido frenando los afanes de "San Putin", los amores de la derecha dura chilena han ido cambiando, y hoy exigen un "Bukele para Chile".
Bueno, eso sucede porque en nuestro país, Chile, hoy por hoy, en la derecha más dura se hace política desde la emocionalidad y no desde la realidad.
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