Producto de la emocionalidad imperante, transversalmente establecida, se plantea la necesidad de realizar una suerte de batalla cultural.
Analicemos dicho planteamiento con varios cables a tierra, ya que para canalizar la emocionalidad imperante, “el líder” debe recurrir a su mayor pragmatismo y racionalidad.
Tenemos una juventud contaminada por el posmarxismo deconstructivo. Esa juventud va de los 20 a los 45 años, y está convencida que los derechos caen del cielo, “por el sólo hecho de «ser»”.
A esa juventud le pudrieron la cabeza en el “sistema educacional”, que no es otra cosa que un “sistema de indoctrinamiento” posmarxista. Si leemos a los creadores de los modelos del posmodernismo, desconstrucción y posmarxismo, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, prontamente nos daremos cuenta que lo que pasa en nuestro país y en gran parte de la sociedad occidental no es otra cosa que la implementación de los modelos desarrollados por ambos autores, con los matices culturales propios de cada zona geográfica.
Fijémonos lo que pasa a nivel sudamericano, los modelos de Laclau y Mouffe, tienen una fuerte impronta indigenista promovida por Álvaro García Linera, posmarxista sin ningún peso político, recordemos su cobarde huida de Bolivia, junto a Evo Morales.
Yendo a nuestro país, parte importante de la población ni siquiera ha comprendido cual es el problema de fondo, y pretende combatir (batalla cultural) lo que no entiende en plenitud. Es evidente que mucha gente sigue pensando en términos de los viejos paradigmas de la guerra fría (derechas, izquierdas, capitalismo y socialismo).
El posmarxismo destruye esos viejos paradigmas para llevarnos a un ámbito de “mayorías sociales compuestas por minorías hegemónicas”, con intereses disímiles entre cada grupo minoritario. Lo que mueve a cada minoría no son intereses de tipo ideológico, sino que, las “emociones”.
En definitiva, da lo mismo la ideología y el color político, lo importante es canalizar la emocionalidad de las minorías en el sentido correcto, si a una minoría le preocupa el medio ambiente, hay que hablar de esa materia; lo mismo ocurre con los animalistas, con los protectores del agua, del aire; suma y sigue
Vean ustedes, por ejemplo, las reacciones transversales de la juventud antes señalada frente a la nueva revolución tecnológica, piensan que esos cambios son nocivos. Si analizamos en profundidad este caso en particular lo que más molesta no es el avance tecnológico sino que la palabra “revolución”, palabra que en la juventud de derecha adquirió una “connotación emocional negativa”. Algo similar ocurre cuando se habla del nuevo orden mundial multipolar surgido con motivo de la guerra de Ucrania, es decir, hoy por hoy, dados los relatos hegemónicos imperantes en la extrema derecha ciudadana chilena, la expresión "nuevo orden mundial" produce urticaria, ya que se asocia a organismos supranacionales, en vez de entenderse como lo que es, en definitiva, que se trata de algo esencialmente positivo para Chile ya que congrega a diferentes países y los une en base a su conveniencia mutua, manteniendo distancia de los diferentes organismos internacionales cooptados por el neomarxismo internacional. .
Finalmente, mientras sigamos viendo el problema político chileno en términos de los viejos paradigmas de la guerra fría (derechas, izquierdas, capitalismo y socialismo), o sucumbiendo a la politiquería emocional extrema e impositiva, la derecha nunca más podrá volver a recuperar su sitial.
Atte.
Pablo Thauby
Magíster en Ciencia Política, Academia de Guerra Naval, Chile.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario