Aquellos que estamos en el rango etario entre los 45 y los 55 años recordaremos la canción que compuso el grupo de rock nacional “Sexual Democracia”, titulada: “Los Pitutos”.
Todos nosotros bailábamos, en los distintos Pubs de fines de los ochenta, a los sones de esa canción, entre otras tantas; sin darnos cuenta siquiera que “los pitutos”, en la práctica, eran un asunto que sacaba ronchas en forma incipiente, y que, desde comienzos de los noventa y en lo sucesivo, la meritocracia no pasaría de ser más que un ideal teórico.
Convengamos en que el pituto en la empresa privada no es mayor problema, ya que el dueño de una empresa puede contratar a sus parientes empeñosos, porque son un aporte para el negocio; y, del mismo modo, puede darle trabajo a sus parientes incompetentes, para evitar que mueran de hambre. Sin embargo, en los servicios públicos la figura es distinta, es decir, por asuntos de probidad y ética, en los servicios provistos por el Estado, no se puede caer en el nepotismo, en especial, en el nepotismo incompetente y/o partidista.
Como sea, parafraseando a “Sexual Democracia”, “(…) con un pituto, lo puede usted lograr!!! (…)”
Atte.
Pablo Thauby.
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