Si consideramos que la logística consiste en el esfuerzo nacional, público y privado, tendiente a satisfacer las necesidades de los ciudadanos, nos podremos dar cuenta que dicho Plan Nacional tiene dos componentes, uno de alto nivel y otro de orden operativo.
Visto así, la logística de alto nivel está dada por la acción directa del Estado mediante el esfuerzo coordinado y alineado de sus tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), en pos del bien común general de la población.
Bajo esa premisa, los poderes del Estado, antes mencionados, deben en conjunto crear las condiciones de seguridad, orden público, estabilidad económica y lineamientos y certeza jurídica, necesarios para que el nivel operativo opere con normalidad y satisfaga por consiguiente los requerimientos de los ciudadanos.
Por otro lado, el nivel operativo de la logística está dado por el esfuerzo privado, el cual, en virtud de las medidas de seguridad, orden público, estabilidad económica y certeza jurídica provistas por el Estado, en su rol de órgano conductor de la logística nacional, y con estricto apego al principio de subsidiariedad, nos dará como resultante un proceso logístico ordenado, oportuno y que ciertamente satisfaga de buena forma las necesidades sociales.
Hasta aquí hemos visto qué pasaría en condiciones teóricas ideales; sin embargo, en la práctica en nuestro país estamos muy lejos de acercarnos dichas premisas básicas.
En la realidad diaria vemos un irrespeto total hacia nuestras policías, ataques urbanos y rurales, vemos a un Estado que no cumple sus funciones esenciales como órgano conductor de la logística nacional y vemos a nuestros esforzados empresarios del transporte arriesgando a diario sus vidas y vehículos con el objeto de intentar mantener activas las líneas de abastecimiento, y, finalmente, vemos a nuestros heroicos Carabineros apoyando, en la medida de sus escasas posibilidades de acción, a nuestros transportistas.
En virtud de lo anterior, de continuar la inacción del gobierno en materia de seguridad, es un hecho que la logística nacional en breve plazo se verá seriamente afectada. Partamos de la base que los transportistas no están obligados a hacer imposibles, y, bajo esa premisa, deben velar, en primera instancia, por la vida de su personal y, en segunda, por la conservación de sus medios de transporte.
Atte.
Pablo Thauby
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