Desde el antiguo Imperio Sumerio, en que se estableció la escritura con jeroglíficos cuneiformes, de tal manera de llevar registros de hechos relevantes, de transacciones económicas y de unidades de medida; el hombre ha ido dejando evidencias de la verdad y la realidad histórica.
No obstante, desde el término de la Revolución Industrial y con el surgimiento de las ideologías, con la confección del Manifiesto Comunista, se incorporó en la escritura la tergiversación de la realidad y los primeros indicios del resentimiento de izquierda y de las incipientes ideas de la revolución marxista y anarquista.
Con el pasar de los años, y con la desaparición de la lucha de clases, producto de la mejor educación y de los avances económicos y tecnológicos, la izquierda se fue acomodando a los tiempos, actualizando sus teorías revolucionarias añejas, llevándonos al posmodernismo y, finalmente, al actual posmarxismo de la mano de la deconstrucción de los principios éticos, morales y culturales propios de la sociedad judeo cristiana occidental.
El actual posmarxismo, entre otras cosas, ha deconstruido la escritura, basta con ver los grafitis en los muros, en que se escribe con faltas de ortografía, con abreviaturas incomprensibles, y adornados con todo tipo de dibujos grotescos y vulgares, que de acuerdo a los cánones de los modelos “deconstructivistas” y “líquidos” son considerados “neo-arte” y “neo-lengua”, respectivamente, haciendo un símil con el libro “1984”.
La única forma de corregir esta degradación cultural, pasa por seguir con la “batalla cultural”, enseñando, instruyendo y educando, de tal manera de recuperar los principios y valores de la sociedad occidental, el pensamiento crítico, el pensamiento lógico, el dibujo, la pintura, las artes escénicas, la buena escritura, etc; en definitiva, pasar de la cultura de la muerte imperante a la cultura de la vida, de lo bueno, de lo bello y de lo trascendente.
Atte.
Pablo Thauby
No hay comentarios.:
Publicar un comentario