Si algo positivo dejó la guerra en Ucrania, dentro de todo lo malo que tiene un conflicto, fue el hecho de establecer la incapacidad resolutiva de la ONU en materia de conflictos internacionales y que sus únicas banderas van por el lado de la promoción del posmarxismo y sus expresiones progresistas.
Tanto en Europa occidental como en algunos países de Europa Oriental, abandonaron dichas creencias autodestructivas con motivo de la guerra, de hecho Ucrania era sumamente progresista; sin embargo, con motivo de la conflagración, hoy es un país que volvió a las ideas de la libertad, del derecho natural y sus principios y valores.
Entretanto, en Sudamérica y el Caribe, con motivo del mismo conflicto, vimos la rendición del régimen de Maduro a los dictámenes de EE.UU., en lo relativo al uso y goce del petróleo venezolano y la disminución de la injerencia de dicho país en el resto de Sudamérica. Del mismo modo, vimos una fuerte reducción en el apoyo económico y militar otorgado por Putin a Cuba, Venezuela, y Nicaragua, por las exigencias que la guerra le ha demandado a Rusia.
Por otro lado, un elemento que no ha sido visualizado por el común de la gente en nuestro país, es el hecho que con motivo de la guerra en Ucrania, nació un nuevo orden mundial multipolar, con cinco líderes; dos de nivel mundial (EE.UU. y China), dos carácter regional (Rusia y Alemania), y un bloque regional (países de Medio Oriente miembros de los Pactos de Abraham).
Lo anteriormente expuesto, implica un ajuste en las alianzas y equilibrios de Poder internacional, incluyendo el resurgir del concepto de Estado-Nación a nivel mundial como contrapartida del concepto posmarxista de Pueblo-Nación; el abandono de agrupaciones políticas y económicas anacrónicas que interfieren con el desarrollo de cada país; y el cambio del eje mundial del Océano Atlántico al Pacífico.
Finalmente, en Chile tenemos que tomar decisiones importantes, en el sentido de establecer que es lo que nos conviene hacer, sea mantener la línea sudamericana posmarxista-indigenista o alinearnos con el naciente orden mundial.
Atte.
Pablo Thauby
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