viernes, 28 de octubre de 2022

El 04 de sept. nos jugamos la Constitución, pero no la guerra.

A lo largo de estos extenuantes tres años de revolución posmarxista impuesta por la izquierda radical, que en la práctica, no ha sido otra cosa que la aplicación de una Guerra Híbrida, con todos los elementos propagandísticos, mediáticos, tecnológicos, y asimétricos en cuanto a terrorismo, narcoguerrillas, anarquismo, insurgencia urbana, secuestros, sicariatos, inmigraciones ilegales, y ataques contra la infraestructura y propiedad pública y privada, acompañados de una anomia estatal insuperable; el sistema político nos ha hecho bailar a su ritmo, y nos ha llevado a toda una serie de procesos electorales espurios, con la falsa promesa de conducirnos a la tan anhelada paz.  En tales circunstancias, el 04 de septiembre tenemos la gran oportunidad decirle, con toda claridad, al sistema político que rechazamos el panfleto de Boric y su comparsa.

Sin perjuicio de lo anterior, el plebiscito de salida fue una batalla más dentro de la guerra. Es decir, aquellos que piensen que con el triunfo del rechazo, mágicamente, se acabará todo, lamento decepcionarlos, porque la guerra híbrida sigue.

Como hemos visto, algunos elementos del dispositivo insurreccional operan por cuerdas separadas, y, en ocasiones, son participantes activos en la revolución (mediante la modalidad de arriendo de servicios de destrucción o “rent a mob”); sin embargo, con motivo de sus acciones, de una u otra forma, terminan siendo funcionales al proceso revolucionario.

Por otro lado, si consideramos que con motivo de la anomia imperante los elementos de guerra híbrida contemplados al inicio de esta columna ya están instalados en nuestro país, y no tienen mucho que ver con las intensiones de captura del poder por parte de la izquierda radical, sino más bien por el hecho que satisfacen los intereses particulares de cada grupo anarquista. Visto así, eso nos obliga a exigirle desde el 05 de septiembre, con motivo del triunfo del rechazo, al gobierno, al congreso, al sistema judicial, y a las distintas instancias locales de autoridad, que restituyan el orden y la seguridad; y por lógica, que cumplan sus obligaciones constitucionales y reglamentarias.

Finalmente, recuerde que lo mencionado en el párrafo anterior es parte de nuestras obligaciones ciudadanas y constitucionales. Además, recuerde que esta vez las castañas no serán sacadas del fuego con la mano del gato.

Por favor, comparta estas líneas con sus familiares y amigos.

Atte.
Pablo Thauby.

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