Si analizamos esta afirmación, en primer lugar nos damos cuenta que se basa en emociones -el “yo siento que…”-. Su primera manifestación se presentó al establecerse las cuarentenas. La derecha más dura y recalcitrante vivía alegando, mientras que la gente sensata y los “ninis” acataban las restricciones, usaban mascarillas, respetaban los turnos y las capacidades de las tiendas, mostraban su credencial sanitaria al ingresar a los mall, y se pusieron las vacunas reglamentarias oportunamente; y, por lo anterior, eran llamados ovejunos y/o vendidos al onunismo-globalismo. En ese mismo periodo adquirieron gran fuerza dichas teorías conspirativas, que antes suscitaban poco o ningún interés en la sociedad.
Hacia fines del primer año de Piñera II, se le dio gran auge a la implementación de la agenda 2030 de la ONU en nuestro país, lo cual era esperable, dado que el Presidente tenía al Congreso en contra, y dicha corporación no recibía a tramitación ningún Proyecto de Ley que no incluyera a lo menos algún elemento de la mencionada agenda. Además, Bachellet era Alta Comisionada de DD.HH. en dicha organización internacional y su amiga Silvia Rucks era la responsable de su implantación en Chile.
Ahora bien, si lo vemos en términos reales, dejando de lado la emocionalidad que nubla el pensamiento crítico, este año, en el pleno de la ONU, Antonio Guterres mencionó que dicha agenda sólo había avanzado un 30% a nivel mundial, lo que hacía necesario aplazarla hasta el 2045. En ese contexto, si consideramos que la agenda en cuestión vista desde el prisma de la izquierda es desastrosa; sin embargo, si se aplica bajo lógicas de derecha, es sumamente positiva, ya que incorpora elementos de economía circular, de cuidado del medio ambiente, de mejora alimentaria, de equidad dada por el correcto uso del principio de subsidiariedad, ergo, aplicando economía social de mercado. En definitiva, en términos del próximo gobierno, me parece bien que Boric haya firmado que seguimos en la aplicación de la agenda.
En definitiva, respecto a la agenda, hablamos de una utopía que no ha avanzado prácticamente nada por la inoperancia de sus operadores y por la sinvergüenza de los miembros de la izquierda radical nacional; y, bajo la visión de izquierda, tampoco lo hará en el futuro, ya que el progresismo y el wokismo, como indica el libro de don Fernando Villegas, tuvieron su “debut y despedida”. Ergo, ¿como continuar la implementación de una agenda que no tiene base ideológica?, ¿Cómo imponer una agenda cuyos exponentes locales, Venezuela, Cuba, Brasil, Nicaragua, y sus brazos operativos, el ex-foro de Sao Paulo y el grupo de Puebla, despilfarraron sus recursos?, ¿Cómo podría la ONU que no dispone de FF.AA. ni Policía propias obligar a nadie a cumplir nada?
Evidentemente las eventuales ganancias que haya podido obtener la izquierda progresista chilena, serán anuladas a contar del próximo gobierno. No habrá soluciones mágicas, ya que eso conlleva que la sociedad vaya a votar y vote bien, y por otro lado, que le exija a los partidos y a sus Diputados que defiendan los intereses nacionales.
Atte.
Pablo Thauby.
Magíster en Ciencia Política
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