Hoy hablaremos de lo que se nos viene marzo. Me refiero a la reanudación de la Guerra Revolucionaria que comenzó el 18 de octubre del 2019.
Primero que todo debemos partir de la base que la Estrategia es el arte de direccionar el Poder con el objetivo de lograr determinados propósitos, mediante el control de ciertas situaciones o áreas.
Y aquí viene la pregunta del millón: ¿Qué es lo que desea controlar?
En el caso de la Guerra Revolucionaria, como la que estamos viviendo en Chile, el objetivo estratégico es hacerse del poder total, desbancando al gobierno legítimamente establecido, desarticulando a las FF.AA. y fuerzas Policiales, y rompiendo la moral, y, por consiguiente, la voluntad de lucha de la ciudadanía.
Considerando lo anterior, qué debemos entender por la captura total del poder. Me refiero a que la misión revolucionaria es la conquista total y completa del poder político, económico, social, militar y psicológico del enemigo (nosotros), mediante el uso de la fuerza (destrucción y saqueo de ciudades, incendios intencionales y guerrilla rural).
Ahora bien, y para que no nos confundamos, independientemente del resultado del Plebiscito del 26 de abril, la Guerra Revolucionaria continuará, ya que su objetivo primario, como les mencionaba, es la conquista del poder, quitándoselo a quienes lo detentan, mediante el uso de la fuerza.
En esa misma línea, esta guerra Revolucionaria tiene una dimensión relacionada con la temática logística; es decir, la fuerza de combate insurgente que ataca a nuestro país tiene redes de abastecimiento de armas, municiones, alimentación, redes de transporte seguras, establecidas y funcionales, financiamiento extranjero, cuenta con respaldo legal (está el INDH y algunos fiscales y jueces, y también recordemos el caso de la recientemente creada nación mapuche, que tiene territorio definido, constitución y leyes propias e incluso una policía independiente), etc.
En virtud de lo anterior, aunque los destrozos y combates se libran en nuestro territorio, esta guerra tiene una componente internacional, que debe ser abordada por el Ministerio de RR.EE., de tal manera de captar el apoyo de países aliados, y por el Ministerio de Defensa, de tal manera de presentar una efectiva capacidad disuasiva hacia el exterior.
Por otro lado, desde el punto de vista estratégico, táctico, logístico y operacional, la geografía de Chile no ayuda a apagar los focos insurreccionales, lo que permite que el esfuerzo paramilitar revolucionario sea casi ilimitado, a menos que el gobierno tome medidas de fuerza concretas para establecer un proceso de acantonamiento de la fuerza subversiva y en pos de una pacificación efectiva.
Atte.
Pablo Thauby
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