Si hacemos memoria, los “chicago boys”, en su tiempo, cultivaban el mismo estilo mencionado en el título de esta columna.
Esos muchachos, igual que los de hoy, se consideraban los “salvadores de Chile”, siendo que en la práctica no pasaban de ser un eslabón más en la cadena propia del “Plan de restauración nacional” de largo plazo implementado por el gobierno de las FF.AA. y Carabineros de Chile, post 11 de septiembre de 1973.
En que consistía el “Plan de restauración nacional” precitado, muy simple, consistía en definir “Objetivos Nacionales” de largo plazo, establecer “Estrategias” por Ministerio de mediano y largo plazo conducentes al logro de los objetivos planteados, y definir “Planes Logísticos de Alto Nivel” determinados por la “Ley de Presupuesto anual de la Nación” que permitieran cumplir las estrategias ministeriales establecidas. Todo ello, con estricto apego al principio de subsidiariedad.
Lo mencionado precedentemente sacó muchas ronchas entre algunos de los chicago boys, en el sentido que el “conservadurismo uniformado” no les permitía ser ni implementar algunas de sus “ideas innovadoras”. Lo que esos jóvenes, igual que los de hoy, no entendían es que para recuperar un país que está deshecho tienes que actuar en forma gradual, sistemática y de acuerdo a tus posibilidades reales de avance, es decir, una guerra no se gana en un día.
En definitiva, si quieres que tu país triunfe en el concierto internacional, debes actuar en forma gradual, más racional que emocional, debes tener los pies bien anclados a tierra, debes hacer planes de largo plazo razonables, lógicos y logrables en el tiempo, y en forma paralela, debes unir a la sociedad civil y lograr que se comprometa con el plan de largo plazo, lo que implica la componente de gradualidad, ya que no toda la gente se embarcará en dicho plan a la primera.
Ahora bien, la experiencia internacional de los últimos dos años ha demostrado que con posterioridad a gobiernos de izquierda populistas, los países han optado por gobiernos civiles de derecha populista, o bien, de extrema derecha de corte autoritario, los cuales han sido electos con los eternos programas de corto plazo que no apuntan a lograr una continuidad a futuro; y lo mismo ha ocurrido a la inversa; como ejemplo de ello, veamos lo que pasó en EE.UU., después de Trump fue elegido Biden; ¿qué falló?, Trump no se ocupó de unir a la sociedad civil (muy por el contrario, facilitó la polarización) y tampoco se ocupó de la continuidad de propósitos en el largo plazo, es decir, se limitó a tratar de cumplir su programa cortoplacista mientras que la oposición Demócrata en el Congreso lo torpedeó incansablemente, incluso algunos congresistas Republicanos se unieron al torpedeo Demócrata.
He ahí el problema de la política en occidente, se perdió la visión de largo plazo y de unión social, y se reemplazó por modestas “máquinas electorales” y programas cortoplacistas que en la práctica nunca se cumplen, y que apelan directamente a la emocionalidad exacerbada, los intereses económicos particulares, la superficialidad y la falta de propósitos de vida de los sub40; y que, al mismo tiempo, fomentan la polarización en ese rango etario, la cual, a poco andar, se contagia a todo el resto de la sociedad.
Atte.
Pablo Thauby
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