Si partimos de la base que el sistema democrático imperante se estableció en el periodo post guerras mundiales, y se consolidó con posterioridad a la Segunda Guerra Alemana, donde surgió un mundo bipolar bajo el marco de la Guerra Fría, en que estaban en pugna dos sistemas políticos, ideológicos y económicos, en el cual las divisiones estaban dadas por derecha/izquierda, capitalismo/socialismo, y buenos/malos, y los problemas de cada bloque se resolvían de acuerdo a esos prismas.
El esquema anteriormente expuesto, funcionó hasta la caída de URSS poco después de la caída del Muro de Berlín. En ese contexto, una vez ocurrido lo anterior, pasamos momentáneamente a un régimen unipolar liderado por EE.UU., país que no tenía ningún interés en modificar el sistema democrático imperante, ya que resultaba funcional a sus intereses.
Hoy nos encontramos con un nuevo mundo multipolar, con 5 líderes, en el que predomina el realismo, los intereses individuales de cada país -expresados en las necesidades sociales-, y las necesidades de seguridad regionales, frente al nuevo tipo de guerra que afecta al mundo entero, la guerra híbrida; pasando las ideologías, por consiguiente, a ocupar el lugar del último pelo en la cola del perro.
Lo anterior, quedó de manifiesto con motivo del conflicto ruso/ucraniano. La ONU perdió toda validez como organismo internacional solucionador de conflictos; mientras que el FMI, fue desplazado como organismo financista de carácter internacional por las nuevas alianzas entre países. Lo anterior, se debe a que el FMI politiza (agenda 2030) las condiciones para efectuar créditos y las nuevas coaliciones entre países NO lo hacen. El mejor ejemplo de lo anterior, es la puesta en marcha de los Pactos de Abraham, en Medio Oriente.
Visto así, el actual sistema democrático NO da cuenta de las actuales y futuras necesidades sociales, de gobierno y de seguridad nacional ni regional; ergo, por lógica, se hace necesario cambiarlo.
Atte.
Pablo Thauby
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